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XXIV Congreso Pedagógico 2019 

EDUCACIÓN PÚBLICA EN LUCHA
LECTURAS Y REGISTROS PARA LA CONVIVENCIA CIUDADANA

Ponente: Carlos A. Ricciardelli[1]

Título: Educar en contexto de pobreza es construir comunidad

 

Palabras clave: Escuela Media. Educación popular. Derecho a la educación. Vulnerabilidad social. Abandono y repitencia sistemática.

 

 

Paulo Freire decía en una de sus cartas

que la maestra (y el maestro) de sectores medios

cuando asume su trabajo en zonas periféricas de la ciudad,

 los gustos de la clase, los valores, los saberes, el lenguaje,

la sintaxis, la ortografía, la semántica,

todo esto le resulta tan contradictorio que le choca.

Por eso es necesario que sepa que todo eso que traen sus alumnos

es parte de su identidad cultural,

a la que jamás falta un elemento de clase…

 

Muchos de los profesores y maestros de escuelas de villas somos educadores populares. Elegimos esta tarea y desarrollarla en estos territorios porque creemos en la potencia de la educación como instrumento de transformación social y política. Para eso es necesario realizar un diagnóstico acertado de la situación social, económica y cultural de cada comunidad educativa para “llegar al hueso del problema”.

 

Algunas situaciones que ilustran la cotidianidad de estas comunidades

 

En febrero de 2016 varios chicos y adolescentes de una murga de la villa 1-11-14 del “Bajo Flores” fueron salvajemente reprimidos por la Gendarmería que quería pasar –y pasó– por el lugar en donde ensayaba la murga para el inminente carnaval. Dos de los chicos heridos de bala no pudieron volver a la EMEM N° 3 D.E. 19 en la fecha prevista para el inicio del ciclo lectivo.

 

Con la primera tormenta del otoño, Erika y sus tres hermanitos perdieron el techo de su casa y los pocos muebles que tenían. Tardó en regresar a la escuela algo más de una semana: no tenía útiles, ropa, ni zapatillas en condiciones. Había caminado casi 30 cuadras porque no tenía plata para la sube. Durante ese año, tres alumnas “se fueron” de sus casa y abandonaron la escuela. Las madres de las estudiantes concurrieron a la escuela a pedir ayuda. Desde el colectivo docente se las asesoró y acompañó. Y gracias al esfuerzo de toda la comunidad educativa las estudiantes regresaron a sus casas y escuela luego de marchas por el barrio y denuncias en medios alternativos de comunicación.

 

De a poco y a lo largo de los últimos tres años, la comida del comedor comenzó a escasear al igual que las ropas de abrigo en invierno. Otra vez, las consecuencias de las políticas neoliberales se hacían carne en las poblaciones más vulneradas de la ciudad. Durante el 2018 comenzaron las ollas populares.

 

Ante estas situaciones los docentes garantizamos el derecho a la educación de las y los estudiantes no solo cuando damos clases dentro de las escuelas…, garantizamos ese derecho cuando acompañamos a la comunidad en las distintas luchas que llevan adelante para reclamar por sus derechos vulnerados. Las y los docentes acompañamos y buscamos a nuestras alumnas y alumnos cuando “desaparecen” de sus casas. Formamos parte de diversas redes y marchamos por los barrios con fotografías y carteles denunciando la ausencia de nuestrxs estudiantes. Organizamos roperos, bolsones de comida y ollas populares ante carencias cada vez más apremiantes. Nos vinculamos con organizaciones vecinales cuando realizamos campañas por los barrios en contra de todo tipo de violencia y toda aquella otra actividad que demande la comunidad.

 

Diversidad y desigualdad

 

Trabajamos en territorios poblados por diversas comunidades nacionales

(argentina, boliviana, paraguaya, peruana…) que además provienen de ámbitos

rurales y otros urbanos. Tenemos a alumnos y familias en donde el español es

su segunda lengua…

Cuando una persona se aleja de sus raíces familiares, sociales y culturales, comienza

a experimentar un extrañamiento que afecta su identidad. Esa pérdida es el desarraigo,

que tiene consecuencias en la socialización y en la psicología del individuo.

Los estudios poscoloniales, desarrollados desde fines de la década del ´70 por intelectuales de las ex-colonias europeas en Asia y África, revelan que el colonialismo europeo ha reforzado su dominación política y económica con una dominación epistémica. La misma se ha desplegado a partir del nacimiento de las ciencias sociales en el siglo XIX, las cuales analizaron las diversas culturas de los colonizados decretando la inferioridad de sus saberes como la superioridad de la “científica y objetiva” mirada europea.

A la violencia del desarraigo territorial, se suma la violencia de la lengua no materna y en  particular el lenguaje de la periferia, del arrabal, de una mega ciudad como Buenos Aires. El lenguaje es mucho más que las palabras que usamos.

Si el “formato escuela media” atrasa o esta caduco para los adolescentes porque fue diseñado para otra época económica y social, más atrasa para nuestrxs jóvenes porque la institución escuela es producto de la modernidad europea en donde los saberes propuestos son los “científicos y objetivos” según sus criterios en desmedro de los saberes “no europeos”. La escuela media, la actual escuela media argentina fue pensada para una población de sectores medios urbanos que aspiraban a una sociedad europeizada.

 

En busca de un lenguaje común

 

El principal desafío que tenemos aquellos que llevamos adelante nuestra tarea en una escuela de villa es evitar el abandono y la repitencia sistemática. Por eso, es necesario  recrear junto con toda la comunidad educativa (los estudiantes, las familias y las distintas organizaciones territoriales) un lenguaje común.  Cuando decimos un lenguaje común –la construcción de un código en común que supere al idioma materno– hacemos referencia a mucho más que el español que nos comunica en primera instancia. Un lenguaje que nos permita entendernos y comprendernos. Que nos lleve a una comunión del lenguaje en donde la palabra circule de forma cada vez  más democrática. Un lenguaje del compromiso y la confianza en donde lxs estudiantes y sus familias expresen no solo sus necesidades más urgentes, sino también sus deseos y necesidades pedagógicas. 

Las y los docentes de estas escuelas enfrentamos por un lado “el apriete” curricular que dice qué y cuándo se debe enseñar a los estudiantes de escuelas secundarias, sin diferenciar regiones y clases sociales en una pretendida falsa igualdad porque tantas veces “olvida”  los derechos vulnerados de nuestros estudiantes.

Como profesor de Lengua y tutor de primer año llevé adelante durante varios años reuniones conjuntas de padres y alumnos. A veces buscaba que las madres y los padres se sentaran cerca de sus hijos y otras los dejaba en libertad de elegir con quien sentarse. Las reuniones comenzaban de manera acartonada y cada uno en “su rol”.  De a poco las tensiones bajaban y el diálogo surgía con timidez. En todo momento explicitábamos la necesidad del trabajo conjunto entre escuela y familia, y lo importante que es la presencia de las madres y los padres en la escuela. Explicamos formas de trabajar y qué esperábamos de lxs estudiantes y cómo las familias podían sumarse al proceso de aprendizaje de sus hijxs. A las reuniones de grupo seguían las reuniones individuales para profundizar en cada situación particular.

Muchas veces hemos mediado entre adolescentes y padres en busca de soluciones a problemas de conducta, de ausencia de la casa, de consumo de drogas. En la escuela resuenan todos los problemas que sufre la comunidad y está en nosotros el poder escuchar de manera atenta y amorosa para convocar al diálogo, al encuentro.

La práctica consciente de este diálogo, de estas reuniones, van forjando lentamente un lenguaje común entre familia y escuela. Cuánto más sincero y profundo es ese diálogo, más posibilidades tenemos que el trayecto escolar de lxs jóvenes sea exitoso.

Lxs profesorxs de barrios populares educamos y contenemos. Educar es la centralidad de nuestras prácticas, no podemos perderlo de vista. A esta altura de la historia sabemos bien que el sistema educativo no iguala las posibilidades de los estudiantes. En el capitalismo no todos partimos del mismo lugar. El sistema educativo suele afianzar las diferencias sociales y culturales. Entonces, el esfuerzo de los estudiantes de los sectores populares por permanecer en el sistema y finalizar los estudios medios es mucho mayor que el de cualquier estudiante del centro de la ciudad. Estudiar es una batalla que encaran cada día cuando salen de sus casas y se dirigen a la escuela. Una batalla enorme y desigual, pero que en escuelas como la que construimos en las EMEM saben que no están solos. Existe una comunidad en reflexión y construcción constante que trabaja para acompañarlos durante su vida escolar.

Esfuerzo, compromiso y amor: una poesía a modo de conclusión

 

Durante una de las tantas actividades inconsultas y estandarizadas que llegan desde la Secretaría de Educación para poblaciones dramáticamente desiguales, un grupo de estudiantes y docentes a partir del intercambio colectivo logramos apropiarnos de la propuesta y como producto de uno de los grupos de trabajo surgió el siguiente poema, síntesis literaria de nuestras prácticas cotidianas:

 

Oh hijo, gracias

por no dejarme

dormir anoche

y querer jugar a

 

las cinco de la mañana

mamá necesita

dormir para poder

ir a estudiar.[2]

 

 

Referencias bibliográficas

Dussel, E. (1994). El encubrimiento del otro, La Paz, Plural Editores.

Quijano, A. (1992). Raza, etnia y nación en Mariátegui, Lima, Amauta.

Jauretche, Arturo (1974). Prosa de hacha y tiza, Buenos Aires, Peña Lillo editor.

Freire, Paulo (2014). Pedagogía del oprimido, Buenos Aires, Siglo XXI.

Freire, Paulo (2014). Cartas a quien pretenda enseñar, Buenos Aires, Siglo XXI.

 

Notas

[1] Maestro y profesor de la EMEM N° 3 D.E. 19.

[2] Dayana, Jael, Anshi y María; alumnas de 3° año del turno tarde de la EMEM N° 3 D.E. 19.

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