30 años de lecturas y registros
XXV Congreso Pedagógico 2020
EDUCACIÓN PÚBLICA, REINVENTAR PEDAGOGIAS
COMUNIDADES, MEMORIAS Y SOLIDARIDADES EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Ponentes: Mónica Habib y Eleonora Santos [1]
Título: Con la comida de les niñes, ¡NO!
Palabras clave: Derecho a la salud. Derecho a la igualdad alimenticia. Alimentos de calidad. Políticas de cuidado.
Panza llena, corazón contento.
Barriga llena, no cría mal pensamiento.
Barriga harta, corazón contento.
Mens sana in corpore sano.
Introducción
En nuestro paso por las escuelas públicas de la Ciudad hemos aprendido mucho respecto de la comida y de las modificaciones en los menúes de los comedores escolares, a lo largo de los últimos 30 años. Ahora en tiempos de pandemia nos preguntamos; qué pasó con estas modificaciones, ¿respondieron a cambios culturales en la alimentación de la población?, ¿ajustes presupuestarios?, ¿o a nueva legislación?
Desde las medidas de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, la escuela ha tenido que ocuparse como institución del Estado, de la tarea asistencial de entrega de las llamadas “Canastas Nutritivas”; tarea que realizaban exclusivamente las empresas concesionarias del servicio de comedores escolares.
Ahora se aunó el compromiso de las conducciones y docentes voluntaries de las Escuelas de CABA, quienes hemos sido involucradxs en esta distribución, colaborando con las familias en pos de generar una instancia de acercamiento para seguir sosteniendo por un lado el vínculo y por otro, garantizando el Derecho a la Alimentación.
Nos preguntamos si las canastas denominadas “nutritivas” reemplazan el servicio de los comedores escolares de las escuelas públicas de la Ciudad y, si es así, ¿cómo fueron reemplazadas las proteínas de las carnes rojas, blancas y otros alimentos que difieren de los consumidos en los comedores escolares? Anticipamos nuestras conclusiones: que no fueron reemplazadas y estos paupérrimos bolsones no suplían el servicio que se daba de manera presencial.
Desarrollo.
Memoria de los comedores de ayer
Desde tiempos remotos, sabemos que hay dos tipos de servicios en las escuelas del área Primaria, según si son de Jornada Simple: desayuno o merienda y se le agrega refrigerio si la familia pudo hacer el trámite On line, de la Beca Alimentaria. Y en las Escuelas de Jornada Completa y las intensificadas reciben, además del desayuno, el almuerzo.
El sujeto educando de los tiempos de nuestras infancias, en la década de los ´80, estaba conformado por un amplio sector de la población de los estratos medios-medios bajos; la mayoría éramos hijxs que teníamos alguno de nuestros padres profesionales, empleados del sector público, comerciantes del barrio, pero todos éramos hijos de clase trabajadora y popular. Nuestras escuelas eran comunidades educativa organizadas. Con un fuerte trabajo puesto en lo social. Las asociaciones cooperadoras participaban activamente en los albores de la democracia, dentro de las escuelas, interviniendo también en cuestiones referentes a la alimentación. Éstas estaban en todos los detalles, complementaban aquellas carencias que se le escapaban a las empresas licitadas; hasta compraban sobres de jugo, así que en la mesa siempre había dos jarras, la de agua y la de jugo.
Preguntamos en uno de los grupos de whatsapp (de egresados del ´91), si se acordaban nuestros compañeros qué comíamos en el comedor y ¡recordamos que teníamos primer plato, segundo plato y postre!
Una vez a la semana, para acompañar el desayuno, nos daban facturas, pan de ricota y pan de salvado. La cooperadora compraba las latas de chocolate en polvo que distribuía una por grado. En esa época nos servían vasitos individuales, tipo los de yogurt de primeras marcas. Elaboramos este cuadro a modo de registro de lo que nuestros compañeros se iban acordando:
Entrada
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Dos empanadas, una de carne y otra de jamón y queso.
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Dos fiambres enrollados y ensalada rusa con mayonesa.
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Sopas.
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Sopa de “Cabellos de Ángel”.
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Unos cuadrados de acelga tipo soufflé.
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Tarta de verduras.
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Tarta de jamón y queso.
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Huevos rellenos con ensalada de lechuga.
Plato principal
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Filete de merluza a la marinera con puré de papas.
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Pollo al horno con papas.
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Pan de carne con ensalada de lechuga y tomate.
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Pollo con puré de papa y zapallo (era mixto de verdad, mitad y mitad).
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Escalope de pescado con puré de zapallo.
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Milanesa con ensalada.
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Zapallitos rellenos con carne.
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Niños envueltos con arroz.
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Fideos con estofado de pollo.
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Fideos a la bolognesa. (También había versión moñitos con manteca y queso para los que no comían salsa.)
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Albóndigas con arroz.
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Guiso de lentejas con carne.
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Polenta con estofado de carne o boloñesa.
Postre
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Gelatina.
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Gelatina con frutas.
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Frutas de estación.
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Flan.
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Postre de vainilla o chocolate.
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Cucurucho con dulce repostero.
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Alfajor “Guaymallén”.
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Budín de pan.
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Helado.
Recordamos los comedores de nuestras infancias con cariño y nostalgia, y somos testigos de que “menúes, eran los de antes”…, en esto sí podemos decir que otro tiempo fue mejor. Entonces, ¿será que el sujeto de la escuela pública es el que cambió según el ideario de las políticas neoliberales?, ¿será que la escuela y lo público se convirtieron en el territorio de los sectores vulnerados?, ¿o es la misma concepción donde lo vulnerado se transforma en vulnerable porque prima la lógica individualista del “sálvese quien pueda” y “a mí nadie me dio nada, yo pude salir solo”? La realidad muestra que en los tiempos de nuestras infancias se invertía más dinero en la alimentación en los comedores escolares, traducido en los menúes y en la calidad de los alimentos. Existía una concepción donde de la alimentación se desprendía un mejor desarrollo físico y cognitivo. No había desigualdades o injusticias alimentarias, en contraposición a aquellos, que por diversas razones se iban a comer a sus casas. ¡Daba gusto comer en el comedor de la escuela! Era un espacio de socialización por excelencia.
Memoria reciente de los comedores escolares
Hace algunos años se quiso implementar en los almuerzos de las escuelas de jornada completa “el guiso de trisoja”. El colectivo docente se había organizado para decirle a Macri, Jefe de Gobierno “pichulero”, porque empezaba a querer hacer recortes con la alimentación de los chicos y las chicas de las escuelas públicas y otras instituciones de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Recordamos las marchas con Eduardo López a la cabeza, yendo a concentrar a Av. de Mayo y Perú, allá por el 2008 el diputado porteño Pablo Failde presentó una acción de amparo, a fin de impedir que se suministren alimentos de soja a niños de los comedores escolares y establecimientos pediátricos de la Ciudad porque no constituían una opción alimenticia y porque era “una violación del derecho a la vida, a la integridad física y a la alimentación de los alumnos” del distrito. Coincidentemente, el campo empezó a super producir soja, había que hacer negocios con el Estado. Suponemos que había que justificar la producción transgénica, erosiva del suelo, abusiva (se decía que hasta sembraban al costado de las rutas pasando los límites de las propiedades privadas de los terratenientes amigos del poder). Si bien el juez en su fallo, en este caso, confirmó que el guiso de trisoja era nutritivo, se estudió que los niñxs rechazaban el menú, por desconocer el alimento y por no ser parte de su cultura alimenticia.
Esta situación empezó a ser motivo de debate público. Nos hizo pensar en la posibilidad de escuchar más a los niños en sus gustos alimenticios, teniendo en cuenta también el Derecho a Ser Escuchados y el Derecho a ser Partícipes en las decisiones gubernamentales que implican a las infancias. Este guiso en su momento fue reemplazado por el pastel de papas.
Años más tarde, surgen nuevos hitos, “del pan individual a la rodaja de pan” y luego “el retiro de las paneras y del pan”. Si bien la OMS comenzó a alertar sobre la obesidad y el sedentarismo que con los años iba en aumento, y además con la excusa argumentativa de que los niños y las niñas no comían la comida porque se llenaban con pan, dejó de darse el pan individual para armar unas paneras con una rodaja por comensal en la mesa. Al tiempo, directamente se quitaron las paneras y comenzaron las denuncias públicas del “adiós a las paneras”, justificando esta acción con los lineamientos de la implementación de la Ley Nº 3.704 de Alimentación Saludable, aunque nada de esto es lo que está plasmado en el texto de la misma. Las recomendaciones del Ministerio de Salud no hablan de excluir el pan de la alimentación, pero sacarlo del menú escolar fue una excusa perfecta para hacer un recorte presupuestario acompañando un momento contextual de suba de precios de las harinas y cierres de panaderías. Algunos de los titulares de ese tiempo fueron:
Eliminaron el pan del menú en las escuelas porteñas
“Chau paneras” es el nuevo programa de los comedores y dicen que tendrá más frutas y verduras. La medida causó repudio por considerarse como otro ajuste al sistema educativo. Publicado el 18 abril de 2018 por Fernando Zuker. LA COMUNA 7.
Polémica: los chicos ya no comerán pan en el menú escolar porteño
Para el gobierno forma parte de un plan de “alimentación saludable” pero los gremios denuncian una nueva forma de ajuste. Los comedores atienden a 120 mil niños y los concesionarios facturan $10 millones diarios. 7 de abril de 2018 Por Alfonso de Villalobos/ @alfondevil.Tiempo Argentino Beta.
Las Asociaciones Cooperadoras y los grupos de padres empezaron a organizarse y a redactar cartas para presentar en las Direcciones Escolares para ser elevadas ante las Supervisiones Distritales, quienes tampoco supieron cómo canalizar el reclamo. Para hacer ruido sobre la situación, manifestaban el descontento transmitido por los niños y las niñas. Era evidente el desconocimiento por parte de las Autoridades Ministeriales que la rodaja de pan se utilizaba para empujar la diversidad de guisos que se servían y se sirven en la actualidad prepandémica. Esta decisión nunca fue consultada. Como otras cuestiones que involucran a las infancias y a las políticas públicas que refieren a éstas.
El 29 de marzo de 2019 la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires publicó en su página web un Informe sobre el plan de alimentación escolar titulado “Chau paneras”. En su desarrollo expresa un relevamiento realizado por ese organismo en distintos comedores escolares; entrevistas a directores y vicedirectores de establecimientos educativos a raíz de las denuncias realizadas. Cabe destacar los siguientes párrafos:
“El impacto negativo en la comunidad respecto de las modificaciones al menú escolar se debió en parte a que no se contemplaron las diferentes necesidades según distrito escolar, y a la poca o nula información que recibieron los padres y niños sobre las medidas tomadas, todo lo cual generó descontento. La falta de criterio nutricional adecuado a la hora de realizar reemplazos y el frecuente ajuste de raciones por parte de los concesionarios contratados, ocasionaron una merma en el gramaje final del plato y dieron un resultado negativo.”
Los reclamos de los niños y las niñas se transmitían a lxs docentes que hacían turno de comedor y a los camareros de los Concesionarios. Lxs maestrxs a su vez, a las Conducciones. Éstas, a su vez, asesoraban a las familias sobre las nuevas medidas implementadas y les sugerían llegar en sus proclamas a instancias superiores y así los reclamos se hacían en las Supervisiones y se armaban manifestaciones de familias organizadas por Distrito.
En el D.E. 4, que es donde trabajamos, hubo varios mediodías de las Avenidas Patricios y Suárez, cortadas, organizadas conjuntamente por maestrxs y familias por esta movida. A este reclamo hubo oídos sordos, amén de que éstos también llegaron a las puertas del Ministerio de Educación ubicado en la Av. Paseo Colón.
“A su vez, resulta contradictorio que se continúen ofreciendo milanesas pre-elaboradas, medallones de pescado, fiambre de pollo y galletitas dulces, entre otros, con alto proceso de industrialización, y que los cortes de carne utilizados continúen siendo grasos en su mayoría y de mala calidad.”
Lo mencionado anteriormente por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad pone de manifiesto las contradicciones argumentativas de la concepción de “Alimentación Saludable”. Evidenciamos que lo que ellos nominan milanesas (pollo, carne o pescado) son en realidad productos procesados e industrializados de hamburgueserías con alto contenido de grasas trans. La carne utilizada es roast beef que se incluye en los guisos, con alto contenido de nervios, que cuesta masticar y hasta son dejados al costado del plato.
No obstante este informe, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires desoye los reclamos de los sindicatos, de las autoridades de las escuelas, de la comunidad educativa y principalmente de los NNyA.
La alimentación ofrecida por los comedores escolares en tiempos de pandemia
Hoy nos encontramos en una situación excepcional y nos vemos en la obligación de hacer público nuestro sentir, nuestras vivencias. Estamos convencidas de que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires incumple con el Derecho a una Alimentación Saludable desligando la responsabilidad en las empresas licitadas por el mismo. Sabemos que éste es uno de los derechos básicos, que está incluido en la Constitución de la Nación Argentina en el artículo 75 inciso 22, incorporado en la reforma constitucional de 1994 y enunciado en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, en su artículo 25, y finalmente en la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en su artículo 20. Que el derecho a una alimentación saludable implica a su vez estar protegido del hambre, tener una alimentación adecuada y poseer una seguridad alimentaria.
Nos preguntamos por qué a medida que pasó el tiempo y después de tantos mandatos de gobiernos neoliberales, se bajaron tanto la calidad como la cantidad de los alimentos que se les brinda al sujeto educando, habitante de lo público. ¿Será que lo público se empezó a ver como gasto? ¿Será lo que sobra? Y por eso “las sobras” ¿son comida para los pobres?
Encontramos respuesta o guía en las palabras de Boaventura de Sousa Santos en “La cruel pedagogía del virus”, él manifiesta que: “Esta versión del capitalismo sometió a todas las áreas sociales (especialmente a la salud, educación y seguridad social), al modelo de negocio de capital, es decir, las áreas de inversión privada que deben gestionarse para generar el máximo beneficio para los inversores. Este modelo deja de lado cualquier lógica de servicio público e ignora así los principios de ciudadanía y derechos humanos. Deja al Estado solo las áreas residuales, o a los clientes poco solventes (a menudo la mayoría de la población), les deja aquellas áreas que no generan ganancias”
Vemos que en tiempos de pandemia el Estado de la Ciudad continúa sosteniendo la lógica del mercado, por encima de las políticas de cuidado, las que evidencian una vulneración de los derechos básicos, como ser el de la alimentación de los sectores populares, convirtiendo en clientes de segunda a los niños y las niñas de las escuelas públicas de la Ciudad.
Es evidente que la mercadería no alcanza para cubrir necesidades nutricionales básicas y que el G.C.B.A hubiera ahorrado mucho, si por una cuestión excepcional en tiempos de pandemia, se hubiera implementado la Tarjeta Alimentaria, para que en forma directa, el monto de dinero, sin intermediarios, hubiese sido entregado a las familias, y ellas decidiesen qué comprar según las necesidades del grupo familiar.
Si, por ejemplo, una familia con 3 niños cobrase un monto determinado por cada uno de sus hijos, sería quienes decidieran qué comprar, qué comer y cómo redistribuir ese ingreso. De la manera que lo viene haciendo el Gobierno de la Ciudad, obliga a esa familia a consumir 3 kg de garbanzo por mes.
En lo que va de la pandemia, ya pasados los 9 meses, la canasta des-nutritiva sigue siendo la misma, ¿Quién come 6 sobres de alimento a base de queso, que de por sí es incomible? ¿Qué alimentos son los que estarían reemplazando la carne, el pollo, el cerdo, el huevo o el pescado? Es decir, todo lo que los guisos de la presencialidad traen. La canasta des-nutritiva, por repetición de los productos que se otorgan, no se condice con la idea de alimentación saludable referida en la Ley. La misma fue demostrando que a medida que fue pasando el tiempo las verduras eran viejas, y casi en estado de descomposición.
La única modificación que se produjo en las últimas entregas fue la botella de aceite y el kilogramo de azúcar que se reparten una vez por mes. Si el Gobierno Nacional establece que la medida preventiva es el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio en cuarentena, ¿por qué el Gobierno de la Ciudad siguió insistiéndoles a las familias que circulen por las calles y sean amontonadas en largas filas en las escuelas? Esta medida pone en evidencia las políticas de descuido del G.C.A.B.A.
Rol del Estado
Según nuestra Secretaria General, Angélica Graciano de UTE: “En esta Pandemia la escuela es la gran organizadora social”. Ella plantea que la CABA es un territorio donde la desigualdad queda evidenciada por la posibilidad o no de conexión. Además en este contexto, nosotras también vemos la desigualdad alimenticia, transformada en desigualdad de posibilidades, y la imposibilidad de adquirir una alimentación nutricionalmente equilibrada traduciéndose a su vez en la imposibilidad de adquirir a través de ello un pleno desarrollo cognitivo y físico de nuestros NNy A.
Si bien el trabajo docente, en este tiempo de pandemia, se tuvo que reinventar para garantizar el vínculo pedagógico y su función social, también éste realizó la tarea de estar al frente de la distribución de las canastas des-nutritivas, de tal manera de tener un acercamiento con las familias para escucharlas en sus necesidades según cada realidad por la que estaban atravesando. Lo cual nos permitió pensar también en cuáles serían las soluciones para afrontar la situación de la mejor manera. Si la escuela es una organizadora del ámbito de lo social, y un espacio de referencia de cuidado de la comunidad, nosotrxs, los maestrxs, como colectivo, le sugerimos a los sindicatos que se hagan eco de nuestro pedido, acompañando el mismo con las #TarjetasAlimentarias o mejorando la calidad y la cantidad de los alimentos de las “canastas des- nutritivas”. Vimos cómo mediáticamente se hizo más eco de la distribución de las PC, netbooks, tablets, conectividad y se diluyó el tema de la alimentación, corriéndolo del debate público.
Concluimos
En esta pandemia pudimos reflexionar sobre las desigualdades sociales, las necesidades de los sectores populares y los derechos vulnerados, que generan más desigualdad. Pudimos pensar en las disputas públicas que se dieron en torno a las políticas referidas a la forma de sostener la escuela “conectada”, que mantuvieron el vínculo con las familias, apelando a la voluntad y a la solidaridad de la sociedad para conseguir la donación de dispositivos electrónicos, a modo asistencialista, sin apelar a un cambio radical en las políticas aplicadas.
Sin embargo, se nos hizo evidente que si las familias siguieron yendo a buscar mercadería fue porque la necesitaban, y si es que hay una necesidad, ¿por qué no favorecer esta posibilidad?
Carina Kaplan sostiene que “si los sectores más desfavorecidos no cuentan con el Estado, el sector privado no se va a ocupar de ellos” (...) porque tienen otra mirada más cercana a “la educación como lucro y mercancía” (...) pero si hablamos de alimentación y de educación, hablamos de políticas de Estado. No podemos permitir que se anteponga el derecho a la conectividad por sobre el derecho a la alimentación.
En CABA este gobierno desde su visión meritocrática, y su afán de capacitar a las Conducciones Escolares en Neurociencias y en contraposición a las palabras de la colega mencionada anteriormente, manifiesta que “el rendimiento académico no está dado por el cerebro, sino por la estructura de oportunidades sociales” (...) “Lo que hay que igualar es la capacidad del Estado, mediante la escuela, de dar mejores aprendizajes a los que menos tienen. La desigualdad educativa es un problema de construcción de la desigualdad al interior del sistema educativo. Hay que mejorar las condiciones materiales y simbólicas con las que los niños atraviesan la escuela”. Para igualar las posibilidades de aprendizaje de los sectores con los cuales trabajamos, es importante entender que la alimentación es una de las políticas de Estado que se debe poner en debate, con la importancia que realmente se merece.
Si la comida genera desigualdad en la nutrición de los NNyA, qué podemos pretender de las Escuelas en materia de igualador de posibilidades y oportunidades. La salud de la población vulnerada está en riesgo y las miradas de este Gobierno están puestas en la falta de calidad educativa. ¿Y si empezamos a cuestionar el modelo económico, las políticas sociales, y corremos el foco de discusión que subyace tras los esloganes de Gobierno neoliberal de CABA, para poder poner en debate el futuro de las nuevas generaciones? Se trata de mover algunas estructuras y poner en descubierto lo que sabemos en el interlineado.
Sabemos que en barriga sana no hay mal pensamiento.
Referencias bibliográficas
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https://www.buenosaires.gob.ar/sites/gcaba/files/cuadernillo-ley-baja_0.pdf
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Angélica Graciano, “En esta Pandemia la escuela es la gran organizadora social”. https://latfem.org/en-esta-pandemia-la-escuela-es-la-gran-organizadora-social/
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https://www.eie.unse.edu.ar/cmseie/index.php/kaplan-quotla-educacion-debe-ser-un-derecho-y-no/
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http://www.defensoria.org.ar/wp-content/uploads/2020/03/InformeAnual2019-1.pdf
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Ley N°114.
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Ley N° 26.061.
[1] Sobre nosotras: Mónica Elizabeth Habib, Profesora de Enseñanza Primaria, Bibliotecaria de Instituciones Educativas, Maestra Secretaria. Eleonora Erina Santos Schneiderman, Profesora de Enseñanza Primaria, especialización Superior en Políticas de Infancias, Maestra Secretaria. Ambas estudiantes de la Escuela Pública en los niveles Primario, Secundario y Terciario. Actualmente ejercemos nuestra función en establecimientos públicos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, militantes del derecho a la Educación pública de calidad y a la igualdad de oportunidades reales.