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XXI Congreso Pedagógico 2016 

ESCUELA CRÍTICA Y EMANCIPACIÓN
REGISTROS PEDAGÓGICOS Y SU POTENCIA TRANSFORMADORA DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA

Ponente: Mónica Beatriz Guzmán

Título: La biblioteca escolar, centro de recursos para la emancipación

Empecemos con la Señorita Porota.[1]

Ya sé que me he referido a ella hasta el hartazgo,  pero volveré a hacerlo porque maestras como la Porota ya no vienen. La señorita Porota, la que me enseñó a leer correctamente, diferenciando la b  de burro de la v de vaca,  y la  z  de Zulema de la s  de Susana la que me enseñó a aspirar la h de huevo, a hacer pausa antes del punto y a mantener erecta mi columna, en  perfecto ángulo recto mis zapatos, y apenas esbozada mi sonrisa, era buenísima pero recta. Tan recta que cuando alguna de nosotras leíamos mal o de puro papamoscas no podíamos seguir la lectura (yo no, porque era la mejor!), y también cuando cometíamos alguna falta grave, como ser introducir moscas muertas en los tinteros de porcelana o chuparnos los medios limones de limpiar los bancos,  la Señorita Porota,  digo, nos mandaba castigadas a la Biblioteca,  que era un lugar oscuro donde vivía el esqueleto y un señor horrible que respondía al nombre de “El Señor de los Aparatos”  (me refiero a los aparatos respiratorios, circulatorio, digestivo, etcétera) y que estaba incompleto, ya que,  por orden del Inspector de Zona -que también era muy recto-, cierto aparato había sido retirado de sus lugares naturales.

-¡ ¡A-LA-BI-BLIO-TE-CA!! gritaba la señorita Porota, que articulaba perfecto.

Para leer no se usaba la Biblioteca, así no la desordenábamos.

Aunque miento: una vez usamos la Biblioteca para leer.

Y fue cuando,  de improviso,  llegó a la escuela el Inspector de Zona.

-¡ El Inspector de Zona! ¡El Inspector de Zona!- gritaban todos. Y la señorita Porota se descompuso. Nosotros los chicos no sabíamos qué hacer: ¿Qué cosa era un Inspector de Zona?

 Hasta que en una de las veces que la señorita Porota logró salir del baño, nos gritó :

-¡¡A-LA-BI-BLIO-TE-CA!!

-¿Y ahora qué hicimos? -me animé a protestar yo.

 

 

Mis preguntas, mis registros

Hace más de diez años que dejé el grado para empezar a trabajar como maestra bibliotecaria. En todo este tiempo he ido sumando nuevas preguntas y reflexiones referidas a esta hermosa tarea.

¿Qué lugar ocupa la Biblioteca Escolar en la institución? ¿Por qué los chicos no leen tanto como yo desearía? ¿Por qué la mayoría de los maestros no utilizan el espacio de la biblioteca como un recurso para el aprendizaje? ¿Por qué casi nadie lee el material que llega para actualización y formación docente?...Cuando vuelvo a pensar  estos registros de la dinámica cotidiana en la Biblioteca, veo que muchos de los conceptos político-educativos que yo tengo sobre el uso, la función y la dinámica de la Biblioteca Escolar, entran en diálogo con la realidad.

 

Y por otro lado…pienso en otras voces, como la de la narración de Cabal:

“... la Señorita Porota,  digo, nos mandaba castigadas a la Biblioteca,  que era un lugar oscuro…” .

Como la de algun@s colegas:

 -¿Les podemos poner una peli? Tengo que cerrar el registro…

-Portate bien y seguí leyendo, sino mañana me traes un resumen escrito del cuento…

-No pueden usar la biblioteca  tales días de la semana porque realizamos

 procesos técnicos.

O la de ciertos personajes de los equipos de Conducción:

-Cuidame a este grado en la cuarta y en la quinta porque hoy no vino la maestra, poneles una peli o leéles algo, no sé…cualquier cosita.

 

Voces que aún sin decir, sin conceptualizar, definen. Que sin preguntar, ni preguntarse, responden, y yo me divierto construyendo, con ironía, una suerte de definición:

 “La Biblioteca Escolar es un lugar oscuro y aburrido al que concurren los usuarios adultos en busca de una guardería para los alumnos, y los alumnos, en búsqueda de lo que no se les da”.

Pero rápidamente vuelvo a aquellas ideas que me fueron formando. La Biblioteca escolar es mucho más que un espacio físico dentro de la escuela. Cuando hice la carrera de bibliotecología me enseñaron que la biblioteca es un centro de información. No está mal el concepto si se pretende correr el foco de uno de los lugares que tradicionalmente se le adjudicó: el espacio donde se va a escuchar cuentos y donde eventualmente se ven películas de Disney, o de aquel otro lugar: un lugar para aquellos que se destacan como abnegados estudiantes, el templo del saber donde reina el silencio absoluto.

Obviamente está muy bien ir a la biblioteca a escuchar y también a leer cuentos, y por qué no en los pesados y calurosos últimos días del año ir a ver alguna película recreativa, -aunque sugiero cambiar a Disney por Michel Ocelot y por Miyazaki-. También es importante mantener en cierta medida ese espacio de lectura silenciosa, de conexión con la información que nos dan los textos, de concentración.

Estas dos miradas, tal vez simplificadas en breves oraciones, excluyen ambas a la biblioteca escolar del verdadero espacio que debe ocupar, el centro neurálgico de la escuela como facilitadora de recursos materiales que acerque a sus usuarios (cuando hablo de usuarios me refiero, por supuesto, a los alumnos y a los docentes) a los saberes que fue produciendo la Humanidad, un ámbito que propicie y fomente la reflexión, la creatividad y la formación de personas con pensamiento crítico. Aparece aquí la valiosa e indispensable figura de la bibliotecaria o del bibliotecario especializados en Educación y mejor aún, también en Literatura Infantil. No olvidemos que nuestro cargo nos responde nominalmente con la función que debemos realizar, somos maestros bibliotecarios para el sistema, y enhorabuena que así lo seamos porque nos permite la pertenencia gremial y la posibilidad de actuar políticamente. También, aportar al proyecto institucional tanto como a los proyectos de los maestros de grado, trabajando desde nuestra militancia – como dice Miguel Duahalde en la apertura del Congreso de 2013 - "para desmontar la lógica del modelo dominante que gobernó y que hegemonizó los modos de producción de conocimientos sometiéndonos a los requerimientos del pensamiento eurocéntrico y al modelo legitimado para hacer ciencia. Se nos llama a repensar, resignificar, descolonizar, deconstruir la realidad para producir conocimientos contra hegemónicos".

Es necesario replantearnos entonces desde una perspectiva crítica el rol del bibliotecario, su relación con los materiales y con los usuarios de la biblioteca.

 

 

El maestro bibliotecario comprometido con la construcción de saberes contra hegemónicos

Como decía anteriormente, el nombre de nuestro cargo nos marca el rumbo, si perdemos de vista que somos maestros, además de técnicos en bibliotecología, habremos perdido la gran oportunidad de militar en nuestro lugar de trabajo por una educación que garantice la igualdad de oportunidades. Habremos desaprovechado la oportunidad de divulgar materiales escritos por intelectuales comprometidos con la opción de educar desde una perspectiva de derechos.

Paulo Freire enumera las "Virtudes críticas de la educadora o del educador"1 y dice que deben ser vistas no como algo con lo cual uno nace, sino como una forma de encarar, de comportarse, de comprender la práctica científica y política, en búsqueda de la transformación de una sociedad injusta.

La primera que enuncia es la coherencia entre el discurso que se habla y que anuncia la opción y la práctica que debería estar confirmando ese discurso.

La segunda dice que es preciso que el educador testimonie en los educandos el gusto y el respeto por la pregunta. La pregunta es fundamental, engarzada en la práctica. Negarla o evadir la respuesta es una forma de castrar la curiosidad, sin la cual no hay creatividad. Vivir apasionadamente la palabra y el silencio, significa hablar “con”, para que los educandos también hablen “con”. En el fondo ellos tienen que asumirse como sujetos del discurso. Y no como repetidores del discurso o de la palabra del profesor, esta es otra virtud que destaca.

Otra virtud del educador, educadora, es no sólo comprender sino vivir la tensión entre el aquí y el ahora del educador y el aquí y ahora de los educandos. Es por esta razón que nadie llega allá partiendo de allá, dice.

La relación profunda entre teoría y práctica deben ser vividas intensamente, no como yuxtaposición, como superposición, sino como una unidad contradictoria. De tal manera que la práctica no sea subteoría, sino que no puede prescindir de la teoría. Hay que pensar la práctica para, teóricamente, poder mejorar la práctica.

Por supuesto, destaca la autocrítica como una de las características que debe tener todo educador.

Además, los bibliotecarios, tenemos una función que es excluyente para el cargo, ofrecer el acceso a las formas simbólicas, a los conceptos, a las ideas. Como dice Meirieu: "Es importante contar y contar y contar y contar cuentos a niños, jóvenes y adultos; hay que contar la ciencia, los mitos fundadores y la filosofía, hay que contarles todo aquello que los seres humanos elaboraron, lo que da forma y sentido a este caos interno que tenemos".

¿Cuál es el alcance de estas características que enumera Freire y de las sugerencias de Phillipe Meirieu, para el rol del maestro bibliotecario? El alcance es el mismo que para cualquier otro rol docente, y podemos lograrlo mediante el compromiso con nuestra tarea entendiendo que nuestra labor debe ser pensada para todos los usuarios de una biblioteca escolar, de manera igualitaria, no sólo para aquel niño al que le gusta leer, o para la que es curiosa, o para el que se pasa los recreos en la biblioteca...La práctica reflexiva nos invita a reconocernos educadores responsables del patrimonio de saberes que se han ido produciendo mientras la Humanidad crecía, se emancipaba, y también responsables de que esos saberes sean socializados.

Es nuestra tarea conocer y divulgar las producciones intelectuales de vanguardia, tanto literarias como científicas que ingresan a la biblioteca de la escuela. Aquellos materiales que "abren cabezas", los que propician la curiosidad, los que promueven la imaginación, los que deslumbran por su posicionamiento ideológico porque transgreden los saberes y los valores establecidos, los ponen en discusión, los cuestionan, los interpelan.

 

 

Un espacio para la libertad y la cautivación de lo desconocido

Cuando siendo maestros bibliotecarios se nos acerca un compañero docente o un niño a pedir material a la biblioteca, una posibilidad única se nos presenta, y es única las cincuenta, ochenta o todas las veces en el día que se entregue un libro en préstamo. Es que la lectura vale la pena, como diría la genial Graciela Montes, quién propone "...que la escuela se asuma como la gran ocasión para que todos los que vivimos en este país- cualquiera sea nuestra edad, nuestra condición, nuestra circunstancia...- lleguemos a ser lectores plenos, poderosos. La lectura no es algo de lo que la escuela pueda desentenderse.

Para que el préstamo del libro cumpla el objetivo de generar buenos lectores debe realizarse por un maestro bibliotecario y por un docente que se muestren lectores ellos también ante los niños. No puede ser un espacio donde los adultos hablen de temas personales, corrijan cuadernos o chequeen sus celulares. Acompañar la elección del texto, invitar nuevas lecturas, conocer los gustos de cada chico hacen la diferencia en la tarea. Es fundamental también que el maestro de grado se "instale" a leer y se convierta en modelo.

Es importante evitar las estrictas clasificaciones por edad o por temas que restrinjan el acceso. En este sentido, Laura Devetach se pregunta en su libro La construcción del camino lector "¿Qué cosas se limitan bajo la definición de "no adecuadas"?¿Cómo ampliar esos espacios para que la literatura entre de otra manera y cumpla con su función de abridora de caminos? ¿Cómo hacer para que los motivos válidos para rechazar o aceptar un texto literario no sea la longitud, la complejidad -de cualquier tipo-lo que presume "inconveniente" según edades prefijadas, lo considerado "poco accesible", triste o muy movilizador, según las miradas más tradicionales o estrechas de los adultos? ¿Podemos pensar en la posibilidad de un cambio?"

Sí Laura, podemos. Podemos, si empezamos a reconocer en la biblioteca de la escuela uno de los únicos espacios dentro de la institución donde es posible realizar una actividad que no esté sujeta estrictamente a lo pedagógico, un espacio de libertad. Esto no significa dejar de intervenir o dejar de proponer lecturas, todo lo contrario. No debemos renunciar a ese lugar de gran privilegio, el de ser un puente entre el material y los usuarios, como dice Graciela Montes en La Gran Ocasión: "Está (el maestro) en inmejorables condiciones de hacer de casamentero y mediar".

El lector crece en autonomía cuanto más lee y va preparándose para ser crítico.

Considero necesario también poner en discusión cuál es la actitud que debe asumir el docente frente al material audiovisual que tan habitualmente se proyecta en las bibliotecas. Intervenir la proyección de un recurso multimedial es indispensable. Se pueden tratar igual que al texto, ir, venir, confrontar con conocimientos previos, ir construyendo ese saber que nos va a brindar ese documental, esa película. Y si el maestro de grado o el profesor curricular que acompaña a los alumnos, no lo hace, es nuestra función interpelarlo para que intervenga.

 

 

Formación de usuarios para la emancipación: su pregunta no molesta

 

Con respecto al material casi siempre su producción y edición están signadas por la situación política que atravesare el país en ese momento y no por la cronología. Las dictaduras y los gobiernos que representan a la derecha conservadora, no permiten que se visibilicen las ideas democráticas y de vanguardia, abonando así a una visión apolítica de la educación y a docentes reproductores de discursos hegemónicos y colonizadores. También es menor la cantidad de material que editan y envían los ministerios de educación a las bibliotecas de las escuelas para la formación docente así como los textos de literatura infantil, en esos períodos. No resultan de importancia la información, la formación profesional, ni la cultura del pueblo para este tipo de gobiernos.

Durante la última década se fomentó en todos los aspectos el desarrollo de la cultura nacional, esta decisión política del gobierno anterior redundó en producciones de gran calidad y variedad. Se ha nutrido a las Bibliotecas Escolares con maravillosos libros de literatura infantil y juvenil y con documentos y diversos tipos de textos de excelente nivel académico producidos para la actualización y formación docente. Casi todo este material es de la autoría de los equipos pedagógicos del Ministerio de Educación de la Nación de la gestión anterior como así también, algún material muy interesante que produjo la Dirección de Planeamiento del Gob. de la Ciudad de Bs. As.

Nuestras Bibliotecas Pedagógicas recibieron material de gran compromiso ideológico y excelente nivel teórico como el que acompaña al Programa Nacional de Educación Sexual, la colección Piedra Libre de todas las áreas, Matemática para todos, la maravillosa programación de Canal Encuentro, la colección Nautilus de Ciencias Naturales, el material institucional para las tres Jornadas Escuela, familias y comunidad, que tuvieron el objetivo de fortalecer el lazo entre las familias y la escuela, la Guía Federal de Orientaciones para la intervención en situaciones complejas relacionadas con la vida escolar, que propone recuperar el saber hacer de las escuelas en relación con la convivencia y el cuidado comunitario, entre otros tantos aportes.

Conocer y manejar con destreza el Diseño Curricular de cada área también es fundamental para el desenvolvimiento de un bibliotecario escolar, no solo para nuestros proyectos sino para cuando nuestros compañeros nos piden asesoramiento.

Es nuestra responsabilidad pedagógica dar a conocer aquellos documentos que faciliten, propicien y enriquezcan la subversión de la inteligencia, como dice Philippe Meirieu, siendo el desafío mayor de una educación democrática hacer que el pensamiento sea el eje de una clase. Para esto primero debemos ser nosotros, el colectivo docente, quienes nos pongamos a pensar.

Está en el rol del bibliotecario facilitar recursos pedagógicos que ayuden a nuestros compañeros a lograr una práctica autocrítica, acercarlos a la discusión y a la reflexión sobre la propia tarea desde el diálogo entre pares. Resignificar nuestro trabajo. Propiciar la educación permanente y la formación profesional también. Tal vez sea necesario compartir la lectura del material para la actualización y formación, leer juntos, aprender juntos. Ponernos a pensar colectivamente las preguntas, más que las respuestas, sobre qué es la emancipación y cuáles deberían ser nuestras prácticas pedagógicas para lograrlo.

Por todo esto no hay ningún lugar más apropiado para que toda la comunidad educativa descubra conjuntamente el valor de una educación para la libertad y la emancipación que la Biblioteca Escolar.

 

 

Bibliografía

 

Petit, Michèle. Lecturas: del espacio íntimo al espacio público. México: FCE, 2001.

Devetach, Laura. La construcción del camino lector. Córdoba: Comunic-Arte, 2008.

Cabal, Graciela. La emoción más antigua: la lectura, la escritura, el encuentro con los libros. Buenos Aires: Sudamericana, 2001.

Freire, Paulo (21 de junio de 1985) Reflexión crítica sobre las virtudes del educador. Conferencia en la presentación del libro de Ediciones Búsqueda – CEAAL “Saber Popular y Educación en América Latina” y acto preparatorio de la III Asamblea Mundial de Educación de Adultos. Centro Cultural General San Martín de la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires.

Freire, Paulo. Educación y cambio. Buenos Aires: Ediciones Búsqueda, [1979].

Montes, Graciela. La gran ocasión: La escuela como sociedad de lectura. Buenos Aires: Plan Nacional de Lectura, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, 2007.

Duhalde, Miguel (4 de octubre de 2013). Texto de apertura en el XVIII Congreso Pedagógico de UTE: Trabajo docente, 30 años construyendo democracia. Hacia una pedagogía latinoamericana. Prácticas de reflexión, de sistematización y producción de conocimientos.

Meirieu, Philippe (30 de octubre de 2013). La opción de educar y la responsabilidad pedagógica. Conferencia en el Ministerio de Educación de la Rep. Argentina, Buenos Aires.

 

[1] Cabal, Graciela. Señorita Porota. Exposición en la 3ª Feria del Libro Infantil y Juvenil de Buenos Aires, julio de 1992 [Fragmento]. En: Cabal, Graciela B. La emoción más antigua. Buenos Aires: Sudamericana, 2001.

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